Me encuentro por la calle a una voluntaria de ACNUR que me explica someramente lo que ya conozco sobre la labor de esta agencia de la ONU por los refugiados, con el fin último de recaudar fondos para la causa. Sus ojos transmiten ilusión y compromiso, con una pizca de impaciencia por cumplir el objetivo encomendado. Quedo con ella en volver a hablar porque prefiero consultar en casa la web oficial y los folletos que me da y ver las diferentes posibilidades de ayuda.
Así que me siento frente al ordenador y hago una búsqueda rápida de lo que quiero. Es muy fácil acceder a toda la información sobre este organismo y las opciones que ofrece y la verdad es que, estos días, quién no está sensibilizado con el tema del cuerno de África, aunque después de las típicas imágenes de llorar nos pongan otras de opulencia cotidiana y nos de igual. Al principio, pienso en hacer una donación de una cantidad equis de dinero en una sucursal bancaria; la organización me promete que si doy mis datos, me enviarán puntualmente un documento para que desgrave de la declaración de la renta la cantidad correspondiente. No me parece mala solución; podría darle a la voluntaria los datos, habiendo hecho ya el ingreso, para que la prueba de mi generosidad me aporte alguna ventaja fiscal y de paso ella se apunte un tanto.
Pero, he aquí que después de un rato, yendo y viniendo en casa, me siento por segunda vez a investigar un poco más en la red. Y empiezo a cambiar de opinión, a verle la cara a otra contradicción -otra más- que me echa para atrás y frena mi acceso altruista; no puedo evitar pensar que la ONU, y toda su cohorte de agencias como ACNUR o UNICEF, me resulta un poco perversa. Si se trata de un conjunto de países que se intenta poner de acuerdo en temas esenciales como las guerras, simplificando muchísimo, ¿no es éste del hambre, el más esencial de la vida humana? Los políticos no son capaces de domar el mundo para que éste sea más justo para todos pero, no pasa nada, sí pueden desplegar entretanto toda una serie de organizaciones humanitarias para lavar su imagen y posibilitar que lo hagamos todos nosotros.
Total, que estoy como al principio, con ganas de hacer algo pero sin nada que me convenza. En una tercera búsqueda empiezo a plantearme la ayuda a ONGs independientes en África y me pierdo en una maraña de nombres, de los que conozco algunos y otros no me dicen nada.
Yo no sé cómo sería un mundo sin hambre ni pobreza. Supongo que las cosas en este lado en el que estamos cambiarían forzosamente y quizás no para bien, según los parámetros de los todopoderosos mercados. Sin embargo, yo no creo que sea tan difícil cambiar la situación a nivel mundial, ni personalmente adaptarnos al hecho de que todos tenemos unos derechos esenciales reales que deben cumplirse antes de otras pequeñas-grandes comodidades. Por el momento, la aportación del granito de arena parece ser lo único a mi alcance. Agradecería sugerencias.
De acuerdo con la perversidad de la ONU. Este tema daría para escribir una biblioteca entera.
ResponderEliminarPor otro lado a nivel general creo que está todo interconectado: la pobreza de la mayoría la disfrutamos unos pocos.
En cuanto a hacer algo, esto es lo vital. Nuestra pasividad es uno de los grandes males que asola nuestros países enriquecidos y de esto se aprovechan.
Sugerencias, hay muchas: Cambiar nuestros hábitos de consumo (compra responsable y ética)y boicot a empresas y productos que perpetúan este sistema de desigualdades y muerte.
Cuando las cosas vienen mal dadas los gobiernos reducen sus aportaciones a los paises del tercer mundo, y nos parece bien, porque los españoles lo primero, por supuesto, y además ojos que no ven, corazón que no siente. No estaría mal dirigir una buena parte de la indignación del 15-M a este campo. A mí me parece mucho más preocupante que la representatividad de los políticos, por ejemplo.
ResponderEliminarY si uno no se plantea ir a ayudar in situ a esos países creo que lo lógico es colaborar con orgnaismos que trabajen ya allí, con donaciones. ¿Cuales si y cuales no? Pues a mi de entrada me parecen todas encomiables, y a no ser que haya un escándalo evidente en gestión de finanzaz quizá mejor decidirse por tratar de resolver lo que más le impresione a cada uno.
En cuanto a empresas que perpetúan este sistema, me parece que es un terreno pantanoso donde hay muchos intereses creados. Seguro que mucho de lo que se dice es verdad, pero muchas otras veces puede haber intenciones comerciales por medio, que toso lo enturbian. Lo de comprar en tiendas de comercio justo me gusta más que boicotear.