Montero Glez da la impresión de ser un personaje particular, al igual que sus novelas. Me gusta su estilo literario. Me gustan sus formas y sus fondos expresados en público, que es de lo que puedo hablar. En ocasiones podría parecer que se ha construido un personaje a su medida: maldito, conocedor de los bajos fondos, con una lengua afilada para degollar a sus impostados contrincantes y con el olor a ‘lumpen’ que solo otorgan las más distinguidas tabernas y lugares de ‘mal vivir’.
Pero todo esto me da igual. Podría afirmar y afirmo que creo en Montero Glez porque he disfrutado de sus novelas, porque me he dejado llevar por su literatura canalla.
Dejando a parte las profesiones de fe, de este autor se puede decir que desarrolla historias de una manera cruda, sincera, rascando en partes incómodas de la sociedad. Es duro y cercano en sus exposiciones. Es un orfebre que moldea retratos a ‘chaira’.