Intento
acercarme un poco más a mi adorno buscando que me susurre algo. Tal vez conozca
al avatar gatuno del realizador francés. Caprichoso, como es natural, no
consigo sacarle nada. Así que me despego del sofá aturdido y comienzo a
sumergirme en las noticias y obituarios, hasta el momento discretísimos, que alaban su figura y su arte.
Vuelvo a releer artículos de la revista 'Caimán Cuadernos de Cine' que le dedicaba portada y un extenso reportaje, aprovechando que se lanzaba un pack de deuvedes con parte de su obra. Vuelvo a tocar el cofre que tengo, editado hace unos años, y que hoy he colocado en un lugar preeminente, con alguna de sus obras, entre ellas La Jetée o Sans Soleil. Creo que sigo sin encontrar nada.
Regreso
al salón y miro a mi gato. Me enfado. Pienso que Marker no ha sido reconocido como
se merece. Que muy pocas instituciones, públicas o privadas, se han hecho eco
de su obra y, de esta manera, le han desterrado a un limbo inexistente para el
gran público. ¿Realmente le hubiese gustado la notoriedad?
Me
fijo que mi gato es de color dorado con toques verdes. Y en ese instante
vienen a mí muchas imágenes, a modo de multipantalla, de las películas de
Marker. Vuelvo a releer las noticas en internet sobre su muerte, muchas de
agencia, que apuntan que era el creador del llamado cine ensayo. Muy pocas
profundizan sobre los variados campos audiovisuales en los que reflexionó,
internet entre ellos, y algunas destacan su compromiso político, tan connatural
a su persona como su cámara.
Hoy
he vuelto a mirar algunas de mis grabaciones y he vuelto a sonreír con una de
las mejores frases de Chris Marker: "Me hubiera gustado vivir una época más pacífica para dedicarme a filmar
lo que realmente prefiero, chicas y gatos”.
A.P.P.
foto2: blog.diariodecine.es
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